domingo, 31 de diciembre de 2006

ClAuDiA I


Claudia sólo tenía nueve años, pero le encantaba fantasear sobre cómo sería de mayor. Le gustaba ir sola a la escuela porque esos diez minutos de camino le servían para alargar el sueño que se había roto cuando sonó el despertador.
Podrías pensar querido lector que era una niña introvertida, pero era justo lo contrario, le gustaba estar rodeada de compañeros, y eso me ponía celosísima, porque yo sí que fui una niña introvertida, de hecho Claudia era mi mejor y única amiga.
Conocerla la conozco de siempre, de hecho nacimos en la misma casa, somos vecinas, y cuando fue a nacer, su madre llamó a la mía porque el parto se había adelantado y se encontraba sola en casa. Mi madre y mi abuela trajeron a Claudia a este mundo, bueno eso es lo que siempre dicen, aunque lo más probable es que nacer y morir sea algo que se tiene que hacer por uno mismo, aunque siempre da más tranquilidad estar rodeada de tus seres queridos en esos difíciles momentos. El caso es que aunque no pueda recordarlo, yo escuché a Claudia llorar por primera vez, es posible que hablásemos a modo de llantos, si es que ese es el lenguaje de los bebés.
Claudia, a pesar de ser dos meses más pequeña que yo, siempre fue más lista, de hecho no empecé andar hasta que vi lo contentos que se ponían mis padres cuando Claudia dio sus primeros pasos. Todavía pienso que fue Claudia quien me enseñó a hablar.

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